La bolsa de plástico es un objeto cotidiano utilizado para transportar pequeñas cantidades de mercancías. Introducidas en los años 70, las bolsas de plástico rápidamente se hicieron muy populares, especialmente a través de su distribución gratuita en supermercados y otras tiendas. También son una de las formas más comunes de acondicionamiento de la basura doméstica y, a través de su decoración con los símbolos de las marcas, constituyen una forma barata de publicidad para las tiendas que las distribuyen. Las bolsas de plástico pueden estar hechas de polietileno de baja densidad, polietileno lineal, polietileno de alta densidad o de polipropileno, polímeros de plástico no biodegradable, con espesor variable entre 18 y 30 micrómetros. Anualmente, circulan en todo el mundo entre 500 mil millones y 1 billón de estos objetos.
Las bolsas de plástico no son formas de transporte inocuas para el ambiente por dos motivos esenciales: el elevado número de bolsas producidas por año (cerca de 150 por persona y año) y la naturaleza no biodegradable del plástico con que son producidas. Además de eso, la manufactura del polietileno se hace a partir de combustibles fósiles e implica la emisión de gases contaminantes. Cabe anotar también que producir y transportar bolsas de papel es aun más contaminante en terminos de uso de arboles, la energía utilizada para transformar la celulosa y la pasta de papel, los productos químicos usados a escalas industriales y el volumen que representa una misma cantidad de bolsas de papel frente a las de plástico.
Se calcula que cerca de un 90% de las bolsas de plástico acaban su vida en vertederos, o como basura. Este número puede parecer preocupante pero en realidad estos objetos ocupan sólo un 0,3% del volumen acumulado en los vertederos. Aún así, dada su extrema ligereza, si no estuvieran bien acondicionadas las bolsas de plástico tienen la tendencia de volar y esparcirse por el medio ambiente. Esta situación puede provocar otros tipos de contaminación, que por ejemplo en China ganó el nombre de contaminación blanca. En la mayor parte de los países la forma más practica y economica de disponer la basura, sin que se disperse, se moje, entre en contacto con insectos o roedores, etc. es precisamente usando bolsas de plástico.
Cuando alguien descubra un material con más ventajas respecto a su bajo costo, impermeabilidad, facilidad de producción, resistencia en bajos espesores, inerte a los alimentos y mayor procesabilidad, estaremos frente al fin de las bolsas de plástico. En los países menos desarrollados, donde no existen métodos eficaces de recolección y almacenaje de basura, las bolsas de plástico son casi totalmente abandonadas después de su uso y acaban invariablemente en los cursos de agua. En Bangladesh, por ejemplo, la cuestión alcanzó proporciones alarmantes que exigieron la toma de medidas drásticas (ver abajo) para evitar que los cerca de 10 millones de bolsas de plástico usadas por día tuvieran como destino los ríos y sistemas de alcantarillado del país. El río Buriganga que baña Dacca, la capital, ganó por diversas veces represas artificiales de bolsas de plástico y los recubrimientos del alcantarillado fueron responsables por las llenadas devastadoras registradas en 1988 y 1998.
El mayor volumen de desechos plasticos son envases rigidos como las botellas de agua o leche. Casi todas las bolsas de plástico no acondicionadas en vertederos acaban, a corto o largo plazo, por llegar a los ríos y a los océanos. Los ecologistas llaman la atención desde hace varios años para este problema y citan el hecho de que cientos de ballenas, delfines, tortugas y aves marinas mueren anualmente asfixiadas por bolsas de plástico. El caso más dramático ocurrió en 2002, dice la leyenda urbana que cuando una ballena enana llegó a la costa de Normandía con cerca de 800 kg de bolsas de plástico en su estómago.
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